Nuestro Origen:
ksa mih ALKH, Ekh mih gefh sech yuks kytrae
Entre tinieblas y polvo estelar, un destello casi accidental surgió desde lo más profundo del universo. Dejando escapar un haz de energía divina, una luz casi imperceptible entre todas las deidades aglomeradas en el olvido. Salió disparada, prácticamente condenada a recorrer la inmensidad del espacio hasta que el inevitable fin del todo llegara. Nadie contaba con que el plan del Gran Destino no era conocido siquiera por los Dioses.
Finalmente impactó en un diminuto planeta. Entre masas que parecían no notar su existencia; a pesar de que respiraban y latían, esos bultos grises carecían de vida, se seguían los unos a los otros, perdidos en una rutina sin sentido, evitándose en sí mismos. Habían perdido lo que alguna vez llamaron vida.
Resignada la Deidad se dedicó a ver la mal llamada vida de esas masas pasar… Hasta que un día, uno de esos bultos llamó su atención. Resplandecía a su alrededor un aura con los colores del atardecer. Cruzaron miradas. Y por primera vez en siglos alguien más notaba de su existencia. El Gran Destino había jugado bien sus piezas, Diosa y humano se acercaron y sin duda en sus movimientos juntaron sus palmas, el tiempo pareció detenerse. Finalmente ella rompió el silencio – Iksa mih Alkh, Ekh mih gefh sech yuks kytrae ( Yo soy Alkh, y mi regalo será tu tarea)
Alkh otorgó así el don de la creación un grupo de elegidos, guiándolos bajo una frase: Alkh skabceen iks kioneexse – (Toda creación es conexión)